Irrupción escénica con el símbolo del soldado raso peruano de la guerra del Pacífico - Miguel Blásica
miércoles, 29 de diciembre de 2010
¿Porqué Soldado Desconocido?
SOLDADO DESCONOCIDO / ANTES – AHORA – AFUERA – ADENTRO / NADIE VA A HACER DE MI LIBERTAD SU NEGOCIO – FOTOS DE SALIDA 1-2 Un amigo me pregunta que es para mi SOLDADO DESCONOCIDO irrupción urbana – performance, pero la performance es ahora palabra hueca, desgastada, coaccionada, asimilada, decodificada pese al impulso que ha tomado como continuidad del teatro pánico o de guerrilla muy en boga en los sesentas y setentas en USA. Yo le quiero contestar con dos puntos tratando de acercarme a una noción, aún lejana de un propósito que me traspasa, que aun no tengo porque comprender. Debo elaborar primero resultados de estas confrontaciones: Si en la historiografía reciente del teatro peruano, hace 40 años, un actor llamado Jorge Acuña se instaló con una tiza en la mano y trazó en el suelo su espacio escénico narrando su “sopita del pobre” lo que buscó en aquel ya lejano 1968, no fue sólo una convocatoria del espectador, sacarlo de los recintos cerrados donde el teatro era un acuerdo burgués y acomodaticio, lo que Acuña prefiguraba era otro lenguaje, otra forma de articular la narración mediante un nuevo encuentro. Que se sirviese del mimo o la pantomima era pura referencia, era la primera piedra para una evolución en la comunicación entre actor y espectador. Acuña buscaba la convocatoria, el ruedo. Era su tiempo y su expectativa. Hoy S.D no busca eso. Rechazo la convocatoria; y lo hago porque el espectador no espera nada más del teatro, para él es sólo un pasatiempo bobo y estupefaciente, un torpe simulacro de la verdad a la cual no se acerca ni por asomo. Porque este espectador sabe muy bien donde están los conductos que lo conducen a intensidades que reflejan la vida. Porque sabe muy bien que el teatro de sala, es ese juego acordado donde se complace que no le toquen la vida, que sólo complazcan su enterteinment, mientras bosteza y mira la hora para irse con los suyos a comer pollo frito. Para eso gasta su dinero. Porque sabe bien (Como lo dicen claramente Escohotado y otros) que hace rato la espectacularidad del modus vivendi de la ciudad postmoderna se instaló para quedarse. ¿Qué puede ser más adrenalínico e intenso que mirar por TV a un alcalde acusado de contagiar de VIH a sus empleados, entre ellos menores de edad, a los que chantajeaba sexualmente, o mirar en Internet la venta de manuales para vídeos porno caseros que inducen a tener sexo con niños y colgarlos en la red? Todo ello con el componente mediático que estimula y evacúa sus residuos para volverlos a estimular. El actor que se dedica a entretener, aceita esta maquinaria y sabe bien al juego al que se presta, se alquila o se vende, sabe muy bien que está adentro y lo acepta porque el sentido común ya lo ha aceptado. No hay convocatoria porque ya no hay espectáculo, y si lo hubiese este sería el espectáculo de la indiferencia y el aislamiento del ser urbano, esto esta enquistado, inoculado en todos y de lo que se trata es de “afinar la sintonía”. Razón tiene Christian Franco cuando menciona que el teatro loco esta afuera, pero se equivoca en algo: no existe ya una ilusión de afuera ni de un adentro. La realidad es como una pantalla plana (Carlos Cueva lo mencionaba) pantalla tipo LCD, añado, toda perspectiva (proyección, proceso, acumulación, programación de nuestro trabajo etc.) esta anulada. Vivimos de la instantaneidad que destruye lo que hace un instante existía, como lo querrá hacer incluso con el pensamiento que ordena estas palabras. No hay más ilusión amigos, todo “arte” en el tiempo de la muerte del arte, se dedica a mostrar el truco, el artificio no esta más escondido como creía aun en 1997 Ricardo Santa Cruz, no hay adentro ni afuera del escenario, o en todo caso todos estamos adentro y afuera al mismo tiempo. Casi todos parecen haber llegado a su límite, a la repetición y al desgaste, es lo que le ocurre a Yuyachkani por ejemplo. Es por ello que no hay convocatoria. Nadie es indispensable, pero todos somos necesarios como decía Aurora Colina. El espectador esta allí y hay que buscarlo, evidenciar la total in-diferencia, el aislamiento individual como signo de nuestro tiempo. En ello, la tranza económica es inevitable en muchos casos pero hay que saber como y donde ubicarla para no entorpecer la búsqueda creativa. Durante mucho tiempo pensé que trabajaba fuera del teatro, que la exploración experimental era un camino aparte del teatro en sí, mentira! Los caminos que toman algunos artistas son las máscaras que el teatro está utilizando para sobrevivir, para adquirir otras formas en los que se manifestará este siglo XXI que empieza, allí radica su sabiduría de siglos. El hecho de separar que esto es teatro y lo otro no (la bizantina discusión última si la fiesta de Paucartambo es o no teatro, por ejemplo) es pura mierda segregacionista que busca etiquetar, clasificar, ubicar. Eso le sucede ya a la performance porque esta clara su capacidad de trasladar un contenido y cometido político y social, he allí la peligrosidad que requiere su “ubicación especial” Expuesto el primer punto, paso al segundo: Se trata de un extracto de mi diario (que llamo “de intestinos”) y que escribí en la exposición de nuevos trabajos de José Tola en Barranco en junio último, pensaba también en mi amigo Nagel Diaz, amigo del alma, con quien tuve una fuerte discusión de ideas y propósitos por aquellos días, lo expongo, a pesar del caos y del riesgo de manifestar asuntos íntimos, porque posee una carga de lo que significaría luego S.D. Tola dice en uno de sus cuadros: NADIE VA A HACER DE MI LIBERTAD SU NEGOCIO, aquello me conmueve profundamente: “Miro a Tola, su trabajo, expone sus alas, veo bastante. Espero aquí fondo de galería en silencio, aura de silencio, tres árboles jóvenes sobre piso de cemento. Mis ganas, mis fuerzas, mis lágrimas, un remolino hacia mi mismo desde que se fue Claudia. Tu nomás cumple con tu mujer dice Nagel y quizás tiene razón. Un motor rugiendo a punto de estallar. Frenado a la salida. Miro a Tola, serie de largos poemas que se pierden en el horizonte. El mismo tono compositivo, etapa puente, formas compartiendo en formas circunvaladas, bordes definidos. Ya no se sale del marco. Habitado por monstruos con los cuales aprendió a compartir, aprendido de Goya. Mi cuarto solitario donde me quedo, agotarme de vacío, quedar vacío hasta dormirme. A Nagel le duele que la música no sea una opción principal para mí pero que tenga otra opción aquí en el infierno, en su concepción de asimilado a la sociedad. Dos hombres traen una escalera y la dejan al costado de los árboles. Nagel me hinca, sé que no estoy porque he gritado hablando, porque quiero gritar, porque las costuras deben romperse, porque es un amigo a quien no quisiera decepcionar. Mi obra, mis carrizos quebrados sujetados por hilos frágiles en sus junturas. El vuelo es posible ¿para julio? Fiestas patrias, mierda de tiempo propicio, soldado desconocido, entre ellos no hay nadie. Ana ¡qué mierda espero de Yuyachkani? No me interesan, ya vi hasta donde podían llegar, ya les chupé la médula. En sus cuadros Tola coloca a sus parásitos bocas y ojos como trompetas que succionan cruces y estrellas negras, a nosotros mismos con nuestro estiércol, el tiempo esta hecho de látigos, puedo dejarte a ti morir y quedarme quieto, la neblina es vapor de hielo vapor solamente. No es a la exigencia de mi cuerpo sino a lo que dejo de creer, cada día que pasa es tomado en cuenta, cada día. Cada día todos son muñecos hechos de estiércol, atravieso paredes por eso digo esto. No Nagel no es esa la música que quiero. Estudio los comportamientos antropológicos para saber como funcionan sin mi. Soy el sepulturero y los enterraré a todos. Ratón, ratas de laboratorio encajonadas. De aquí debo ver el mar, escribir: Soldado desconocido, silencio en el que no se mueve mi pensamiento. Alas zurcidas con estrellas negras, vuelo entre ustedes y mi sueño fabricándose entre dolores de cabeza, reloj que se amontona en esta arena, aprendiendo estoy a ver morir y realmente verlo y bailar, artefacto de palos quebrados sujetado con soguillas, unas cuantas palabras al animal de metal extraño, de muerte imprevista para nacer al frío acaso como ladrillo puesto encima uno de otro, emperrado cebo ¿una y otra vez al mar? Algo roto soltado en debacle, boca y ojo como largos clavos, hoy quizás empiece limpio como vaso de agua, sábana blanca sobre niños dormidos que me piden que no los deje solos, pero ellos ya están solos, en el artificio de sus mandíbulas, y no hay nada que yo pueda hacer por ellos.
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